julio 21, 2024

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Cuarto Acto — Callar no es opción — Por @RealAleGarcia

Cuarto Acto
Callar no es opción
Por: Alejandro García Rueda

Iván Redondo, ex director del gabinete del presidente del gobierno español, escribió alguna vez que «el silencio es la respuesta más inteligente a una pregunta sencilla», pero —en la política— callar no es una opción.

Vivimos en un contexto en el que lo que importa no son los hechos, sino aquello en lo que la gente cree. El esquema de comunicación horizontal que logró empoderar a las masas permite ahora la utilización de herramientas de manipulación y facilita la inoculación de discursos utilitarios.

Quienes hoy forman parte de las estructuras de poder, particularmente quienes entienden un poco más acerca del sentido táctico de la comunicación, verán que la sociedad reclama algo más valioso que el silencio.

Se puede poner en jaque a los artífices de los contenidos maliciosos, claro, pero, ¿cómo? Haciéndolo a través de la comunicación constante, honesta y directa entre un político y la población, permitiendo así que se revierta el impacto del rumor; aminore el volumen del chisme y se desmonten las fake news (noticias falsas).

El silencio puede ser leído hoy como síntoma de incomunicación, como la constatación de una voluntad política inexistente y, si bien es cierto que puede ser diagnosticado como una protección discreta, es una realidad que en la política siempre ha estado asociado a una falta de argumentos.

En el país, en el estado o en cualquier municipio aparecen situaciones diversas de índole social, de salud o que atentan contra la libertad de expresión, por lo que el silencio debe ser erradicado para dar paso a la palabra, capaz de brindar alguna luz en tiempos oscuros. De poco sirven la prudencia, la reflexión y la escucha si ninguna de ellas se traduce en acción.

Y no, por favor, no se entienda por esto que guardar silencio es una mala estrategia, pero juega en contra cuando se lleva al límite porque, al callar, sobreviene la oportunidad de generar rumores, sembrarlos tanto en la opinión pública como en los medios de información para repetirlos en bucle y fortalecerlos hasta que sean difíciles de desmentir.

Cuando hay un vacío de comunicación por un exceso de prudencia, por cuidar el desgaste de imagen de él, la o los funcionarios públicos, cabe la posibilidad de que otros lo hagan consiguiendo el efecto deseado, en este caso, por quienes hoy son oposición.

El silencio puede ser costoso si se piensa en que la aprobación del gobernante en turno puede caer vertiginosamente. La política y la vida son emociones, valdría la pena despertarlas porque está claro que, frente al ruido, frente a lo que no siempre se cuenta bien, la gente no recuerda lo que dices, sino cómo lo dices.

La reflexión está dirigida entonces a quienes mantienen una relación compleja con el silencio, a ellos les sirve tener presente que el callar para ganar tiempo puede derivar en obsesión. Ergo, hay que hablar y escuchar en donde hay luz sin importar que las habitaciones ya tengan focos, pues la paciencia se acaba cuando no se aporta lo suficiente desde los asientos.

Hay quienes deben ponderar que está bien elaborar ejercicios de prospección, pensar y repensar en el futuro; sin embargo, no merece la pena pecar de previsor, que el mañana hable mañana y cambiar el chip por escuchar al hoy mejor.

(Imagen de Fran Jacquier en Unsplash )

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