
Cuarto Acto
La Dicotomía del Buen Periodismo
Por: Alejandro García Rueda
Nos cuesta entender que, para alcanzar lo que los puristas llaman «buen periodismo», hay que ir más allá del plano informativo.
No obstante, hoy el periodismo se debate desde una dicotomía. Por principio de cuentas ¿hay que cuestionar las estructuras? Siempre, ¿se pueden señalar los errores? Siempre que existan, pero el mapa no te muestra todo el territorio.
Efectivamente, en el gremio deben permear un criterio y un rigor periodístico, pero —para mejorar— la profesión, quienes la llevamos a cabo debemos preguntarnos hacia dónde queremos llegar.
Uno de los valores consustanciales al periodismo es la credibilidad ¿cierto? pero el reportero, el comentarista o el analista no se la ganan si no son visibles; si su trabajo no es leído, visto o escuchado, en suma, consumido.
El periodismo no es un producto, en eso se puede estar de acuerdo, pero no se puede vivir encerrado en un paradigma dogmático.
El periodismo necesita vivir un segundo aire, quienes estamos dentro del medio podemos dárselo ¿Por qué no? ¿Por qué pasar de producir contenido a través de formas atractivas de presentación?
Las audiencias nos están dando la pauta a seguir. Claro que se puede dar explicación a la complejidad de la sociedad mexicana sin dejar a un lado las emociones, máxime cuando un nuevo contexto se erige frente a nosotros y nos muestra cambios en el consumo de los prosumidores.
Estamos ante un mercado altamente competitivo. El público requiere ideas innovadoras y parte de esa novedad que podemos darle a quien nos lee no está solamente en un cambio de narrativa, sino en los niveles de intensidad e inmersión.
La audiencia, el ente más exigente y conocedor, sabe perfectamente qué tipo de periodismo necesita. El público se informa y conoce bien a quienes asumen únicamente conceptos económicos y venden una narrativa corporativa.
Los lectores, los viewers, los cautivos en la escucha activa y/o los nómadas digitales saben quién está cumpliendo su función en la sociedad porque un producto enciende la chispa pero no dar luz a los problemas del ciudadano de a pie.
Quién sabe, con suerte, en algunas otras casas editoriales se dan cuenta de que no son lo suficientemente diversas.
El buen periodismo tiene curiosidad por toda la sociedad. Le da una voz y un foro a aquellos que sienten que no tienen cabida o no ostentan ningún poder y construye puentes entre diferentes sectores de la sociedad, pero no ignora las contradicciones y eso significa no esperar que todos compartan la misma opinión.
No hay que abandonar lo sustancial, correcto; sin embargo, el periodismo solo puede aventajar cuando tiene más que ofrecer y no se ciñe a replicar comunicados que —en ocasiones— vienen mal redactados.
En el periodismo de hoy existe una preocupación legítima por la trascendencia del trabajo periodístico, por la distribución de contenidos y los niveles de interacción. Es importante innovar en el uso de las nuevas tecnologías, pero también en los formatos editoriales.
¿El buen periodismo critica la realidad social? Sí pero también demuestra opciones constructivas para resolver los grandes temas de su tiempo; toma con seriedad lo que quiere y lo que no quiere su audiencia, se dedica a su audiencia; pone en relieve verdades incómodas; abre los ojos de los demás a la diversidad y está abierto a nuevas ideas.
Y ojo, el presente texto no trata de enseñar o convertir a la gente; se trata de poner sobre la mesa un tema que puede ir rompiendo ciclos.
El purista puede estar tranquilo porque pueden cambiar las condiciones, las formas o los formatos, pero no la esencia del periodismo. El buen periodismo sigue siendo buen periodismo.
(Imagen de AbsolutVision en Unsplash )
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