Las calles de Coatepec, en el estado de Veracruz, se visten de música, danza y color en los últimos días de Septiembre; en el ocaso de la jornada del día veintinueve, el cielo brilla con mayor fulgor gracias a los fuegos artificiales y la multitud ovaciona a San Jerónimo, su santo patrono.
La efigie del hombre que contribuyó a hacer más accesible el entendimiento de la religión católica es llevada en hombros por sus fieles, quienes desfilan por las principales vías de circulación en la ciudad, engalanadas con coloridos tapetes de aserrín.
La feligresía coatepecana recibe con fervor la bendición del párroco; con la devoción por delante, quienes transportan los arcos florales silencian su cansancio y lo transmutan para convertirlo en atronadoras voces de fe que se funden con la algarabía de propios y extraños.
Con asombro y gratitud, cientos de personas observan el tránsito de la imagen de su benefactor. Puede ser que de la misma forma en que lo hace el cielo, los coatepecanos lloren en algún momento pero ahí no cabe la tristeza; el parque Miguel Hidalgo se llena alegría.
Se trata del sincretismo religioso en su máxima expresión. El municipio con tradición cafetalera admira como a través del carrizo, los troncos y la flor de la temporada se entretejen el pasado y el presente.
La época prehispánica resuena aun en nuestros días. La construcción de los ornamentos colocados en los templos data de tiempos ancestrales y por ellos viaja la vibrante energía de quienes viajan a Puebla para adquirir la flor de cuchara, protagonista de la decoración.
El recinto parroquial, emblema de Coatepec desde el asentamiento fundado en 1702, acoge a fieles, turistas y curiosos, como lo hacen también las calles aledañas para atestiguar la procesión en la que además participan payasos, danzantes y coheteros.
El evento fomenta la reunión de los vecinos, quienes de manera previa se organizan mientras los mayordomos les invitan tamales, tortas, guisados y aguardiente.
Dicen que las estructuras pesan de una a tres toneladas y miden hasta doce metros, pero a los fieles les parece poco frente a la posibilidad de honrar a quien les invita a construir comunidad.
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